domingo, 23 de noviembre de 2014

Sobre el valor educativo de los contenidos de la educación física

La práctica de actividades físicas sin tener una idea de lo que se quiere hacer con ellas es un signo de que no son educativas. sin la intencionalidad de conseguir algún beneficio, puede haber aprendizaje, pero no educación. La educación implica la realización de actividades o contenidos presentados con la intención de influir en el aprendizaje de las personas que pretendemos educar.

Las justificaciones del valor educativo de los contenidos de la educación física

Durante mucho tiempo la educación se dividía en educación intelectual, moral y física, y la educación física era eso, 'física' o 'educación de lo físico o corporal'.
Sin embargo, un número cada vez mayor de educadores, reorientaron la justificación de la educación física y sus contenidos más allá de lo físico o corporal. 
Rufino Blanco y Sánchez advirtió el propósito de ir más allá del desarrollo  corporal para conferir a la educación física otros fines intelectuales, morales y estéticos. Este propósito se apoyaba en el supuesto de que cualquier ejercicio físico requería algún tipo de operación intelectual y alguna determinación de la voluntad.
El desarrollo y aplicación de estas ideas al mundo de la educación física fueron dando forma a una nueva justificación, la que entendía la materia como 'educación a través de lo físico'. La educación física tiene que preocuparse por las respuestas emocionales, las relaciones personales, ls comportamientos de grupo, los aprendizajes mentales, y otros resultados intelectuales, sociales, emocionales y estéticos..
En el siglo XX se modernizó la educación física y amplió su alcance educativo, también es cierto que seguía teniendo un marcado carácter utilitario.
Hasta la década de 1960 no aparecieron nuevas contribuciones que permitieran formular una justificación distinta de la educación física y sus contenidos.
Arnold (1991) propuso una nueva estructura conceptual para la educación física, basada en el valor intrínseco del conocimiento teórico y práctico. Arnold ofrece una conceptualización en tres dimensiones interrelacionadas:
  • La educación sobre el movimiento: recoge la influencia disciplinaria que mencionábamos anteriormente porque se refiere al campo de estudio o cuerpo teórico de conocimientos de la educación física (conocimientos provenientes de diferentes disciplinas como la kinesiología, fisiología, biomecánica...).
  • La educación a través del movimiento: tiene un propósito instrumental o utilitario
  • La educación en movimiento: está relacionada con los valores intrínsecos o inherente a los contenidos prácticos de la educación física. Considera que la práctica de actividades físicas es algo valioso en sí mismo porque permite a la persona autorrealizarse o autoconocerse  en diversos contextos.
¿Cuándo no podemos hablar de valor educativo?

No podemos dejar la práctica de los contenidos a su propio desarrollo espontáneo, es decir, sin la intención de favorecer algún valor educativo. El deporte puede transmitir valores deseables o no deseables y trasladarse a la vida cotidiana de los implicados. No se produce una transmisión automática derivada de la simple práctica deportiva, sino que depende de lo que ocurra alrededor de ella. Esto significa que el contenido está inevitablemente vinculado a las relaciones interpersonales del contexto social en que tiene lugar. 
La justificación autotélica parece no tener en cuenta los factores y condicionantes sociales y contextuales que rodean a los contenidos.
Arnold dice que para que una actividad o contenido sea intrínsecamente valioso, además de promover el conocimiento y la comprensión, debe realizarse en condiciones moralmente aceptables. También señala que tanto el contenido como la metodología deben ser intrínsecamente valiosos y realizarse en condiciones moralmente aceptables. En resumen, los contenidos y la forma de enseñarlos o practicarlos nunca deben hacer  daño a los participantes o estudiantes. 
Por otra parte, los contenidos de la educación física también dejarían de ser educativos si su práctica se opone a las misiones o metas de la profesión de la educación física. No puede argumentarse que el deporte o los juegos son buenos para la salud y resultar contrarios a ella. 
Si bien es cierto que el juego posee unas enormes potencialidades positivas para los infantes, también es evidente que puede tener aspectos negativos.

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